Consejos psicológicos: Cómo acompañar en los procesos de luto

Tarde o temprano, a lo largo de nuestra vida, todos tenemos que afrontar la pérdida. Puede ser la pérdida de nuestro puesto de trabajo, de nuestro nivel de vida, de una pareja, así como la muerte de un ser querido. Cada persona puede reaccionar de una manera diferente ante la pérdida, pero a nadie nos deja indiferentes. Estas pérdidas nos afectan y dan lugar al que conocemos como el proceso de Luto, que genera cambios en nuestro organismo y en el estado de ánimo, cambios que generan un fuerte sentimiento de malestar, tristeza y rabia. En ocasiones, puede aparecer el contrario: un bloqueo emocional que nos impide volver a sentir plenamente.

Las personas con discapacidad no son diferentes al resto en este aspecto y pueden sufrir un trasiego importando ante la pérdida. Aun así, como todo el mundo, para resolverlo de manera saludable necesitan poder realizar un proceso de Luto, y poder cerrar el tema doloroso, cosa que les resulta más complicado, puesto que a veces no lo pueden entender, por las limitaciones cognitivas que sufren. También pueden encontrarse con otras dificultades a la hora de afrontar las pérdidas, como la expresividad limitada y la reducida conciencia emocional, que dificulta el poder abrirse con los otros y soltar este dolor.

También puede dificultar la gestión del proceso el ambiente institucional en el que en muchos casos se encuentran, que limita los espacios de intimidad y reduce el núcleo de soporte más próximo. Añadir que algunas pérdidas pueden generar otras de secundarias al reducir las oportunidades de ocio y de desarrollo personal (por ejemplo al morir un hermano, que siempre lo llevaba al cine o lo ayudaba a hacer los currículums para buscar trabajo).

A la hora de comunicar una muerte o un hecho doloroso, no tenemos que caer en el error de dejarlos de banda y no hacerlos partícipes de lo que está pasando a su alrededor para “protegerlos”, o por la creencia que “total, no se da cuenta de lo que está pasando”. Al sentirse excluidos de los hechos y a la vez no tener un espacio para hablarlo porque todo el mundo a su alrededor hace como si no pasara nada puede generar en la persona un gran vacío interior y de soledad, que se suma al dolor que causa la pérdida en sí.

Aunque existan estas dificultades, si podemos llevar el proceso de una manera abierta y con soporte, puede resultar ser el que la persona necesita para superar el dolor que sufre, seguir adelante con su vida y generar un aprendizaje y un crecimiento. Habrá que abrirnos, tratarlo con naturalidad, compartir, validar y tener claro que habrá dolor y malestar, y que este es el camino hacia la salud y la superación.